¿Qué Hay De Bueno, Maese Cruchot?
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Outubro 29, 2024 às 10:34 pm #7365milesfine628056Participante
<br> Cambiando algunas palabras con su prima a la vera del pozo, en aquel silencioso patio; permaneciendo en aquel jardinito sentados en un banco musgoso hasta la hora en que el sol se ponía, ocupados en decirse naderías, o sumidos en la calma que reinaba entre los muros y la casa, como se está bajo las bóvedas de una iglesia, Carlos comprendió la santidad del amor, pues su gran dama, su querida Anita, no le había hecho conocer más que sus terribles tormentas. De todos los seres de la creacion, dije, pocos hay tan conocidos como el leon, y sin embargo, sobre ninguno se han escrito y forjado más fábulas. Puedes aprender más sobre qué cookies utilizamos o desactivarlas en los ajustes. Si esa pintura es fiel, proseguí, y si segun ella el leon dista mucho de la decantada magnanimidad que quieren suponerle, no me sé explicar el empeño que ha habido en extraviar la opinion sobre este punto. Vaya, papá, dijo Ernesto riendo, veo que V. se ha propuesto derribar del trono al rey leon. De tiempo inmemorial el leon ha sido emblema de valor y nobleza, y los naturalistas modernos tambien le han conferido el título de rey de los animales.<br>
<br> La ocupacion en que nos entreteníamos dió pié para que se hablase del leon y se combatiesen algunos errores y preocupaciones que mis hijos conservaban acerca de esa fiera. Por ello, debes prestar atención a que tu perro siempre tome agua fresca varias veces al día, especialmente en días de calor. Más decimos: los españoles no han conocido el mérito, o más bien todo el mérito de su gran compatriota, sino cuando éste, dando golpes en su tumba desde adentro, ha llamado la atención del mundo con un ruido sordo y persistente. En una habitación espaciosa y clara, tenía bien dispuestos, en estantes, los libros que se vieron siempre hasta entonces despreciados y arrinconados. Bien así como el caballero de la Ardiente Espada había nacido con una hoja de fuego estampada en el pecho, asimismo ese niño parecía ceñir sus sienes con una corona luminosa, la cual era por ventura una mirada especial con que la Providencia quiso agraciar al recién nacido. Colgaba de los tabiques de su gabinete, sobre la biblioteca, vistas antiguas de Nápoles y del Vesubio procedentes de una herencia; y esto le complacía, pues entre los trabajos a que puede consagrarse un hombre honrado, ninguno proporciona goces tan inmensos y tranquilos como el de clavar en las paredes.<br>
<br> Armado de sus llaves, el buen hombre había bajado para medir los víveres necesarios para el consumo del día. El buque salió de Ancud rodeando la isla de Cochinos por el occidente i norte a prudente distancia, lo que le permitió poner su proa en demanda del paso de Pugueñun, llevando la punta arenosa de éste nombre un poco abierta por estribor, hasta quedar sobre la enfilacion del centro de la isla Cochinos con las Tetas de Huechupulle, rumbo sobre el cual corre el canal que sigue ordinariamente el vapor de la carrera cuando es piloteado por los prácticos de Ancud. Dirigiendo el rumbo á Levante, despues de atravesar felizmente el canal que desembocaba en la Bahía de las perlas, ántes de ponerse el sol desembarcábamos en la del Salvamento. La jeringa, utensilio que ya se tenia buen cuidado de traer en todas las expediciones, nos prestó un gran servicio abreviando sobremanera la operacion. Si el exterior del agreste monumento se encontraba desierto, el interior del pasadizo estaba demasiado poblado: un ejército innumerable de golondrinas alborotóse al aproximarnos á la profundidad de la caverna, asustándolas tanto el rumor de los remos que apénas podíamos hendir los enjambres de pájaros que obstruian la bóveda; empero cuando la vista se fué acostumbrando á la oscuridad reconocímos con placer que el techo, muros y sinuosidades de las esculturas naturales estaban materialmente tapizados de nidos que parecian copas trasparentes como el carey, llenos como los nidos comunes de plumas y yerbecilla seca, con la diferencia de que esta aquí era olora.<br>
<br> Apénas estaba colocada cuando compareció Ernesto con un papel en la mano. Hallábase el señor Bergeret colgando una vieja estampa iluminada: el Vesubio, en la noche azul, con su penacho de llamas y de humo, que le recordaba las horas de su infancia admirable y encantadora. Tiene cabeza grande, hocico largo, negra; dientes caninos muy afilados; ojos pequeños y oscuros; orejas caídas y terminando en punta; cola con penacho y llevada baja. Y Riquet lo miró largo rato con sus ojos oscuros algo entristecidos; sentóse; miró de nuevo al señor Bergeret; acercóse de nuevo a la puerta, oliscó de nuevo el umbral y dejó oir su quejido agudo y cariñoso. El señor Bergeret sentía tristeza porque gozaba de la verdadera independencia, que es toda interior. Su cuerpo no es abultadísimo como el del elefante y rinoceronte, ni pesado como el búfalo ó hipopótamo, ni demasiado recogido como el de la hiena y el oso, ni harto estirado y jiboso como el del camello; sino que por el contrario por sus buenas proporciones parece ser el modelo de la agilidad y la fuerza. La subyugaron, desde el primer día, el ingenio sutil y los delicados modales del señor Bergeret; pero aguardaba con inquietud a la solterona de Arcachón, temerosa de no serle grata, como lo había sido al señor Bergeret, quien, rodeado por las previsiones de su nueva criada, vivía ya libre, feliz e independiente.<br> -
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